
Los verdaderos aficionados a hacer pan, que son muchos, huyen de las maquinitas. Les encanta el proceso de meter las manos en la masa, percibir las texturas, ir a comprobar como la levadura actúa y aumenta la masa, desgasificar, bolear... A veces me he quedado realmente embobada viendo recetas "paso a paso" en foros especializados, donde seres con manos de hada convierten polvo, líquido e impulsor, en una barra, una hogaza o un panecillo. A mi desde luego me resulta mágico y de lo más creativo. Pero yo no soy una verdadera aficionada a hacer pan, si acaso a comerlo... y dependiendo. Me gusta con corteza blanda, poco hecho y mucha miga. Tipo baguette. Como realmente teniendo pan y cualquier cosa por ahí, improvisas algo que meterte a la boca, la idea de la panificadora siempre me llamó la atención. Además esas máquinas evolucionaron en sus funciones y pasaron a cocinar de todo. Yo tengo la hermana pequeña de la Breadman, la Cheff-o-Matic. Creo recordar que no llegó a 10...